Cerca de 10.000 bailarines de más de 50 grupos culturales de Cochabamba y
 Bolivia invadieron ayer las calles de Quillacollo para dar continuidad 
 a la fiesta de la Virgen de Urkupiña, que este año volverá a retomar la
 campaña para lograr el título de Patrimonio Oral e Intangible de la 
Humanidad.
Tras la fiesta autóctona, en la que participan pobladores de las 
comunidades de varias provincias de Cochabamba, el programa de 
actividades de Urkupiña prosigue mañana con la Entrada   Folklórica en 
las principales calles de Quillacollo. El miércoles es la misa y el 
jueves el Calvario.
Por ello, los danzarines 
ofrecieron ayer sus mejores ritmos, trajes y coreografías, para alegrar a
 la patrona de la integración y realzar la esencia de la fiesta en la 
que se mezclan la fe, la cultura, la devoción, el folklore, el comercio y
 el turismo.
La XIII Entrada Autóctona, que nació en
 2000 a iniciativa del Centro Cultural Quillacollo, Sumaj, Radio 
Independencia y los trabajadores de la prensa, comenzó ayer con más de 
50 grupos provenientes de las comunidades rurales, grupos culturales 
juveniles y barriales de Quillacollo, Cercado y provincias del valle 
alto.
El recorrido se inició con una ofrenda a la 
Madre Tierra (Pachamama). El rito fue celebrado por el kallawaya, 
Avelino Paucar. En la ceremonia se ofrecieron dos mesas, hechas con 
coca, hierbas, flores blancas y amarillas, dulces y lanas de colores del
 arcoíris. Una fue para las autoridades y otra para los danzarines.
La
 fiesta, que originalmente fue una competencia de llameros en honor a 
una diosa en el cerro de Cota, reunió a los grupos de las alturas de 
Tapacarí, el Tunari, Ayopaya y el valle alto, que llegaron luciendo sus 
polleras, ponchos y abarcas, para bailar con la música de los abuelos.
El
 presidente de la Fundación de la Entrada Autóctona Urkupiña, Edwar 
Lafuente, destacó la llegada de las 27 comunidades de la organización 
“Ayllu Apu Tunari” y la del primer fundador de esta fiesta, Williams 
Brun.
Más de 500 policías se hicieron cargo de la 
seguridad de la Entrada Autóctona XIII, que fue presenciada por los 
quillacolleños y los visitantes de la fiesta, entre ellos grupos de 
extranjeros.
Historia
Además
 de la leyenda de la pastorcita que contó a sus padres del encuentro con
 una hermosa mujer, que siempre cargaba un niño, que dio lugar a la 
denominación de Urkupiña.
La historia más difundida 
es la del periodista Wilson García Mérida, quien refiere que la 
festividad pudo ser un ritual precolombino a una diosa andina, que 
incluía una carrera de llamas hasta la cima del cerro y coincidía con el
 inicio de la siembra.
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