• domingo, 19 de abril de 2015

    Wara la luz que ilumina

    El sonido de la locomotora no los dejaba dormir. Era fin de año de 1971 y los dos amigos habían cruzado nuevamente sus vidas en La Quiaca, ciudad argentina fronteriza con Villazón, Bolivia, donde abordaron uno de los colmados vagones del tren que se dirigía a La Paz. Los últimos meses habían sido reveladores.
    Wara la luz que ilumina
    Omar León retornaba del festival Barock (Buenos Aires rock) que se llevó a cabo en la capital del vecino país del sur donde pudo ver, entre otros, a rockeros de la talla de Pappo, Vox Dei, Spinetta y Manal, y Dante Uzquiano que volvía de Jujuy, donde había hecho carrera como cantante en el grupo Reino Salvaje; ambos con la firme idea de retornar para establecerse en Buenos Aires, después de compartir la Navidad y el Año Nuevo con sus respectivas familias paceñas.

    El frío también era impertinente. La ruta que seguían los rieles desde la frontera argento-boliviana hacia La Paz atraviesa por uno de los climas más fríos y agrestes del mapa nacional. Por eso los muchachos no conciliaban el sueño y más bien le daban vueltas a su imaginación. Uno de esos vuelos fue tomando forma al compás del giro de las ruedas metálicas del tren. ¿Por qué no dar vida a un grupo de rock en lugar de retornar a Buenos Aires? Los dos amigos, bajista el primero, cantante el segundo, empezaron de esta manera a cavilar la creación de una banda que explote el estilo de sus dos principales influencias: Deep Purple y Uria Heep, entre otras agrupaciones. Hasta que el sueño les llegó.

    “Arribamos el 22 de diciembre a La Paz y en vez de ir donde nuestras familias, nos alojamos en un hotel de la avenida Manco Kápac. A los pocos días nos fuimos a ver un concierto de Climax y allí hicimos contacto con Jorge Ecomori, quien convocó finalmente a Carlos Daza que tenía su grupo llamado Conga.

    Empezamos a ensayar y nos refundamos como Tabú haciendo covers de Santana”, recuerda León. Pero aquel bautismo no duraría demasiado. El grupo tomaría finalmente el nombre de Wara que viene del aymara y significa estrella. Existen dos versiones sobre el cambio: la primera señala que fue en homenaje a una joven integrante del grupo Los Marqueses que fue asesinada en un enfrentamiento entre pandillas, y la segunda que señala que fue por la búsqueda de sus raíces nativas tras una breve estadía en los Estados Unidos, donde fueron víctimas de discriminación. Lo cierto es que la estrella empezó a iluminar con su música. Fue al inicio de una oscura década.

    El ocho

    “¿Ya están listos?”, interrumpe los recuerdos el tecladista Nicolás Suárez. Y es que los integrantes de Wara se encuentran por estos días ultimando los ensayos de presentación de su más reciente lanzamiento Kimsa Qallqu, el octavo de la serie denominada Hichhanigua Hikjatata (Ahora ha de ser encontrado, en aymara) con la que el quinteto reformuló su propuesta hacia el año 1975. Entonces empiezan los primeros acordes de Carabonita, un melódico taquirari que transporta a imágenes lejanas y reconocibles a la vez. Es un placer de fusión musical que se instala por los poros. 

    Termina la canción y de nuevo el racconto hacia tiempos pasados. Corre el año 1973, plena dictadura del extinto Hugo Banzer Suárez, cuyo gobierno ultraderechista dejó como saldo unos 150 prisioneros políticos desaparecidos. En aquel contexto, los músicos empezaron a cuestionarse esas “dos bolivias” que lidiaban como antagónicas. Su preocupación se vio reflejada en la lírica de un iluminado Dante Uzquiano, que pese a desmarcarse un tiempo de la agrupación por un intempestivo viaje a Argentina, dejando su lugar al cantante orureño Nataniel Gonzales, que se había desvinculado de los Steppen Stones para el álbum debut El Inca, dejó calcada una retórica poco explorada entre los músicos. Fue, de lejos, un proyecto premonitorio de lo que le sucedería al país décadas más tarde. “Nosotros sabíamos que había una Bolivia oculta que no tardaría en emerger. Era un país donde se experimentaba un trato cruel hacia el hombre originario, recuerdo que por aquellos años se había instaurado la Prestación Vial que era como un peaje para los campesinos. La Policía los encerraba como ganado y ahí entraban los del Partido Obrero Revolucionario (POR) a protestar por su libertad. Eran tiempos de lucha y nosotros, en nuestra música, empezamos a reflejarlo de alguna manera”, cuenta León.

    Entonces se nos viene a la mente la letra de la canción Wara, del primer disco lanzado en 1973. “Indio... con tu tristeza... vas envolviendo... a mi quietud...sufre... sufre tu pueblo... por la amargura... y la incomprensión...”. Wara fue la respuesta para muchas de las interrogantes de toda una generación marcada por las utopías de fines de la década de los 60. “Desde nuestra vereda, que es la musical, nosotros proclamamos por aquellos años el cambio social y generacional de lo que hoy estamos viviendo. Pero el público no estaba preparado para todo ello lamentablemente; nuestro canto era el de alabanza a nuestros orígenes en un mensaje espiritual”, explica la voz de aquellos innumerables himnos de protesta de la música contemporánea boliviana: Dante Uzquiano. 

    Pero el ensayo debe continuar y los músicos se ponen de acuerdo para interpretar otro de los nuevos cortes de Kimsa Qallqu titulado Un día blando, fusión al puro estilo Wara. “Si la vida te aprieta y estás con tu jeta y encima no quieres hablar... suéltate, suéltate, déjate navegar... si te pasan la blanca y parece una trampa y quieren hacerte probar... niégate, bórrate, no la dejes entrar...”, canción de prevención con el excelente aporte de los coros femeninos de Diana Azero y Verónica Pérez, y donde destacan los vientos del experimentado zampoñista-quenista Fernando Jiménez.

    Nicolás Suárez es el arreglista musical del nuevo lanzamiento anunciado allá por 2010. O sea que Kimsa Qallqu es el resultado de una etapa larga de composición tras 15 años sin lanzamientos de grabaciones de estudio de parte del grupo. “El disco tiene composiciones de todos nosotros; las composiciones han ido madurando y comparado con el resto de álbumes sin duda que es el que más tiempo ha tomado”.

    Nuevamente surgen los recuerdos hacia aquella década en la que se gestó el gran proyecto de fusión. La sociedad de ese entonces vivía bajo las limitaciones del régimen militar; las fiestas no podían prolongarse hasta altas horas de la noche, y los grupos de jóvenes de pelo largo eran perseguidos y atosigados por los uniformados. Algunos medios considerados contestatarios, como Radio Chuquisaca, fueron clausurados momentáneamente al igual que la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Eran tiempos duros.

    Pero el reconocimiento de Wara le permitía la participación como representación folklórica ante legaciones diplomáticas. En una de aquellas actuaciones en el Palacio de Gobierno, durante una visita del dictador argentino Rafael Videla a su par Banzer Suárez, los músicos casi fueron encerrados por culpa de Uzquiano. “El banquete que estaba en la mesa apenas había sido tocado, entonces el Dante gritó: ‘¡Por qué no se lo dan al pueblo!’. Nos detuvieron y después de una llamada de atención nos han dejado en libertad”, señala León.

    “¿Seguimos?”, dice uno de los jóvenes que aún no había nacido cuando los míticos integrantes de la agrupación intentaban crear a partir de la denuncia. Y es momento de apreciar Pascua linda, tonada del sur con una secuencia de acordes de Epitafio de King Crimson. Genial.

    Ésta es una más entre las 12 nuevas composiciones del grupo —algunas cantadas en aymara, quechua y guaraní—, cuya última conformación presenta a los tres miembros fundadores, Daza, Uzquiano y León, a quienes se suma Suárez y la sangre joven de Omar Antonio León (batería), Fernando Jiménez (quenista), Marco Antonio Jiménez (zampoña), Alejandro Huanca (charanguista), Diana Azero y Verónica Pérez (coros), además del aporte de Pedro Pablo Siles, cantante del grupo OZ y Benjamín Chambi, exbaterista de Llegas, en las voces de estudio.

    Ya han pasado más de 40 años de aquel sustancial viaje que le cambió la cara a la música boliviana contemporánea. Las vías de tren que comunicaban directamente La Paz y Buenos Aires ya no existen más. Pero Wara sigue iluminando.

    ‘El Inca’ fue un long play censurado

    En 1973, Wara lanzó el disco El Inca en el que fusionaba el rock duro de influencias como Deep Purple y Uriah Heep con matices andinos. En formato long play, el álbum vio la luz en abril de aquel año pero hacia el mes de septiembre los jóvenes músicos, quienes promediaban los 18 años de edad, fueron detenidos por la Policía que instó a los padres a firmar un compromiso que les impedía presentaciones en vivo. “Se dijo que éramos una amenaza porque podíamos incitar al consumo de drogas y a la subversión”, recuerda el bajista del grupo Omar León. Aquel disco contiene los títulos El Inca, Realidad, Canción para una niña triste, Wara y Kenko. Es también el primer disco censurado en la historia de la música contemporánea boliviana. En 2001, el grupo se disponía al relanzamiento técnicamente mejorado de dicha obra. Pero también se vivían tiempos de convulsión social. “El Mallku, Felipe Quispe, estaba cercando a La Paz”, recuerda Uzquiano. Entonces la presentación se pospuso una y otra vez. Incluso un funcionario de cultura de la Alcaldía paceña le puso peros al asunto. “A ver déjense de joder, el país está así y ustedes quieren tocar esos temas, canten Collita, unos huayñitos, pero no esas canciones, nos dijeron”, rememora León. Finalmente, la reedición en cuyo arte se ve a un indígena sentado en algo así como un trono presidencial no salió a la venta de manera oficial. Casualmente, el país estaba siendo gobernado por el mismo de la década setentera, el Gral. Banzer.  

    La agrupación que levantó la bandera del rock-folk

    Bajo las influencias del rock duro, progresivo y psicodélico británico, Wara fue una de las bandas revelaciones en la década de los años 70. El grupo asentó las bases de la fusión entre el rock y el folk, por ello es considerada una banda de culto.

    Wara ha lanzado más de 15 discos entre grabaciones de estudio y discos en vivo. El Inca (1973), Maya (1975), Paya (1976), Oriental (1977), Quimsa (1978), Pusi (1982), Pheska (1989), Sojta (1992), Paqallqu (1997), El Inca (reedición) (2001), Oruro (2002), Wara Sinfónico (DVD) (2013), Wara Pusitunka Warani (DVD) (2014) y el reciente Kimsa Qallqu.

    Según denunciaron los integrantes del grupo, una de las canciones del disco Quimsa, concebida como nacimiento bajo una tonada rescatada de la tradición oral potosina, fue grabada por el grupo Uriah Heep sin la aclaración de la autoría. Aquéllos la interpretaban bajo el título de The Park, y era uno de sus mayores éxitos. Pero como solía suceder con los grupos nacionales, Wara no había logrado registrar el tema como intérpretes, y tampoco eran los autores originales. De ese modo, nunca se pudo sentar una denuncia formal. Sin embargo, el bajista León recibió una carta firmada por el manager del grupo de hard rock clásico, en la cual pide disculpas por el incidente.

    La Razón

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