• miércoles, 5 de marzo de 2014

    Testigos: El Carnaval de Oruro se volvió una película de terror

    “Fue impactante, parecía una película de terror porque cuando vimos por debajo de la pasarela, entre los escombros, tablas y fierros, había hombres, mujeres y niños que gritaban por auxilio”, relata Fernando Cambero, uno de los 92 heridos del accidente en el Carnaval de Oruro.
    Testigos: El Carnaval de Oruro se volvió una película de terror


    Fernando Cambero (24) y Nelson Huarayo (31) se conocieron  el domingo en una habitación del hospital Arco Iris.  Ambos tienen en común, además de ser orureños, el haber sobrevivido al desplome de una pasarela  en la Entrada de  Oruro, el sábado. El primero cruzaba la estructura cuando ésta colapsó; el segundo estaba en las graderías que fueron aplastadas.

    Fernando, estudiante de marketing, se dirigía con un amigo hacia el lugar donde debían recoger los trajes de caporales para participar en la entrada folklórica. Para ello, decidieron atravesar una de las pasarelas  colocadas con el fin de   que los transeúntes no interfieran  el paso de músicos y bailarines.
    “En el interior de la pasarela no había gente bailando, es falso. Eso sí, había demasiadas personas, no se podía caminar ya que  había gente que rompió la lona para poder ver  la Entrada”, cuenta Cambero.
    Nelson, trabajador de la cooperativa minera Nueva San José de Oruro, compró asientos para él y su esposa justo debajo del puente peatonal. “Quise comprar ahí porque pensé que podíamos tener mejor vista del Carnaval”, indica Huarayo.

    Nelson comenta que aquella tarde decidió junto a Elizabeth, su esposa, dejar a sus hijos de tres y cuatro años en su casa para que duerman. Nunca imaginó que esa jornada de  diversión se convertiría en tragedia.

    “El momento del impacto, sólo alcancé a escuchar un ruido ya que la banda estaba haciendo bulla”, recuerda  Huarayo. Añade que no hubo tiempo de hacer nada: “todo fue muy rápido”.

    “Yo me encontraba  dentro de la pasarela intentando cruzarla  cuando escuché un estruendo de fierros retorcidos y se vino abajo.  Sentí que volamos e impactamos en el metal”, apunta Cambero.

    Después, “oscuridad, gritos y llantos. Logré pararme. Ese momento no me dolía la rodilla. Estaba con un amigo y empezamos a ayudar a la gente, ya que la desesperación le llevaba a saltar de la pasarela que estaba alta y se lastimaban con todos los fierros rotos”, recuerda.

    Momentos antes, Nelson y Elizabeth, en las graderías, aplaudían el paso de la diablada Ferroviaria. “Cuando se vino abajo, yo me agaché y por eso creo que no estoy muy afectado. Mi esposa no se agachó y ahora se encuentra muy mal, con una fractura en la columna”, puntualiza Huarayo desde su cama de hospital.

    Mientras los asistentes a la Entrada reclamaban unas calles más adelante la demora de los bailarines, Fernando veía la forma de ayudar. “Uno no está acostumbrado a ver gente regada en el piso pidiendo auxilio. Sacamos junto a mi amigo a un músico al que le salía sangre por la nariz y por la boca, y que estaba con los ojos abiertos y ya no respiraba. Estaba muerto”, dice.

     Cambero y   Huarayo, los sobrevivientes, esperaban ayer  recibir el alta médica. Otros cuatro heridos menos afortunados seguirán internados en el Arco Iris.

    Punto de vista

    Nelson Huarayo

    Minero, 31 años

    “Me preocupa mi esposa”.

    El médico me dará de alta, pero sí tendré que estar durante 30 días en reposo porque tengo muy lastimada la espalda. Lo que  más me preocupa ahora es la salud de mi esposa, ojalá que todo salga bien.

    A ella le diagnosticaron una fractura en la columna y está muy mal.

    Estoy muy preocupado por su situación y la de mi familia. Ella bañaba a mis hijos y se encargaba de ellos y de llevar al mayor de cuatro años al kínder. Es un trabajo esmerado el que hace como madre.
    Pienso inclusive en que ya no voy a trabajar regularmente en la cooperativa minera por lo menos durante un año, hasta que se sane por completo. Me voy a encargar de cocinar, llevar a la escuela a mis hijos y cocinar para que ella descanse.

     También pensé en trabajar en las noches en la mina y  aprovechar  para poder generar ingresos para comer, por lo menos.

    Elizabeth Saavedra Ama de casa, 26 años

    “Pido por favor que me atiendan”

    Ha sido algo bastante desastroso y de sorpresa. Yo estaba sentada en la gradería y la pasarela se cayó de repente. Más bien mi esposo, Nelson Huarayo, pudo sacarme a tiempo.

    El accidente  me causó una herida en la cabeza, me fracturó la columna y de esa manera es que estoy aquí (en el hospital Arco iris de La Paz). Nos comentaron que en Oruro había tantos heridos que no se podía atender a todos.

    Además, como mi lesión es de gravedad me trajeron a La Paz. Pero hasta el  momento no estoy siendo atendida. Me dicen que los especialistas no están permanentemente aquí.
    Pido por favor que me atiendan lo más antes posible. Como el dolor es en la columna, es latente y sigo aguantando todo el tiempo, es difícil.

     Además, mis  hijos son pequeños y están en Oruro con un familiar de la tercera edad, ya me estoy desesperando. Mi familia necesita que esté con ellos.

    Página Siete


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