• domingo, 3 de febrero de 2013

    El carnaval al ritmo de extinción

    CADA AÑO DECENAS DE QUIRQUINCHOS SON CONVERTIDOS EN MATRACAS, PESE A QUE HAY LEYES CONCRETAS QUE LO PROHÍBEN.

    Pese a que existen leyes concretas que preservan la fauna boliviana, sobre todo aquella que está en extinción, este año nuevamente muchos grupos folklóricos, (y en el caso puntual del emblemático armadillo las Morenadas Central y Cocani), bailarán al ritmo de instrumentos y accesorios prohibidos burlando abiertamente las leyes ambientales, e incluso invitando a misses y otras personalidades al show.

    Esta literal agresión al medio ambiente y la Madre Tierra no desentona demasiado en el departamento ecológicamente más castigado del país. Basta revisar la condición del lago Poopó o las zonas de explotación minera aledañas a la propia ciudad de Sebastián Pagador.

    Pero esa condición no resulta lo peor, sino el público desacato a las leyes ambientales que ignoran la importancia de conservar, por su buena práctica, el título de Patrimonio Intangible de la Humanidad. A Oruro le dolió más que una periodista califique a su capital como “ciudad fétida” que la grotesca y enfermiza carnicería que no pocos de sus hijos realizan con la fauna que aún sobrevive en el departamento.

    El tema del uso de las matracas de quirquincho trae ya varios años de debate, hasta ahora sin éxito. Se prioriza la tradición sobre el sentido común y la tozudez sobre el cumplimiento de las leyes.

    La Ley 1333 del 27 de abril de 1992, establece claramente la obligación del Estado de cuidar y preservar la fauna y la flora para las generaciones futuras, y hoy más que nunca toma protagonismo siendo que Bolivia se ha autodenominado internacionalmente como la principal defensora de los Derechos de la Madre Tierra.

    La bióloga Zoila Porcel cita 38 estudios en los que se advierte la condición crítica del armadillo andino desde hace más de dos décadas. En ellos se destaca la categorización de ‘especie vulnerable’ que la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) -la más importante entidad de preservación de especies en el planeta- realizó en 2006 sobre el quirquincho.

    Sin embargo, normas y leyes no tienen valor para la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro (ACFO), y así lo demuestra cada carnaval. Ignora al parecer que dicho desacato puede poner en riesgo el sonado título de Patrimonio Intangible de la Humanidad que esgrime el Carnaval orureño.

    EL TIEMPO PASA...

    El 2007, la revista OH! publicó el reportaje “Quirquinchos, una extinción anunciada”, en el que se denunciaba el uso indiscriminado de los caparazones de estos animales, que ya para ese entonces estaban en serio peligro de extinción. El trabajo mereció el Primer Premio de Reportaje de Biodiversidad en Latinoamérica.

    La investigación comenzó basándose en un informe del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación, publicado en 2001, que sostenía que apenas 5.000 quirquinchos sobrevivían en Bolivia. El documento alertaba también sobre la urgencia de potenciar los programas de protección de estos animales y de extenderlos a otras regiones. Los quirquinchos son criaturas frágiles, que tienen un periodo de gestación de cinco meses y una camada de dos crías, con un promedio de vida de 10 años aproximadamente.

    Durante el trabajo pudimos evidenciar que la destrucción paulatina de su hábitat, los arenales, también ayudaba a masacrarlos. Antes su hábitat por excelencia eran los arenales de Cochiraya y San Pedro, ubicados aproximadamente a 1,3 kilómetros al este de la urbe.

    Hoy en día son áreas convertidas en basurales o en vertederos de desechos tóxicos, zonas de obras deportivas municipales e incluso espacios donde los proveedores de las empresas constructoras arrasan con la arena. Las autoridades orureñas tenían un plan para crear un área de protección y conservación en la zona de Santiago de Andamarca (provincia Sud Carangas), pero todo ha quedado en la intención.

    ¿TRADICIÓN O MUERTE?

    En diciembre de 2001, el Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación envió la carta DGB/UVS/ No.1503/00 a la Asociación de Conjuntos Folclóricos de Oruro (ACFO). En ella se instruye a esta entidad cumplir con los decretos de veda general e indefinida, tanto de algunos animales como de sus derivados. En el caso específico del quirquincho, la misiva señala: "En este sentido tenga la gentileza de informar e instruir la abstención de adquirir y usar cualquier espécimen o producto de origen silvestre, por ejemplo: caparazones de quirquinchos o directamente los productos denominados 'matracas' en el Carnaval de Oruro". La carta lleva la firmva del entonces director general de Biodiversidad, Mario Baudoin.

    Doce años después, los conjuntos folklóricos la desobedecen frontalmente. Es más, pese a que se han realizado talleres de concientización para los bailarines de parte de asociaciones ecologistas como Amor por los Animales Oruro con apoyo del Viceministerio de Medio Ambiente y Biodiversidad y el Gobierno Departamental para tratar el tema del uso de la fauna dentro de los bailes folklóricos, no han sido suficientes, prueba de ello es que el delegado del conjunto Suri Sicuri, Pablo Elias, aseguró que los bailarines que él representaba no dejarían de usar plumas y demás accesorios animales y que si fuera necesario "defenderá al carnaval de Oruro con uñas y sangre".

    Los representantes de la Fraternidad Morenada Central, apoyaron a Elias, confirmando que continuarán usando las matracas de quirquinchos “ya que si utilizarían matracas elaboradas de otro material, el sonido no será el mismo". Hay que añadir que en cuanto a tradición, recién en la década de los 60 la matraca de quirquincho fue introducida en la morenada.

    Los que sí entraron en razón fueron los representantes de la Diablada La Auténtica, que estuvieron de acuerdo en dejar de utilizar cóndores disecados en las caretas de los diablos.

    EL FOLKLORE, LA EXCUSA

    Aunque la ACFO planteó el 2007 que se haga un inventario de quiénes son poseedores de matracas tradicionales para controlar la venta de nuevas, hasta ahora no se han visto resultados. Y se siguen fabricando matracas nuevas. Como evidencia está el reciente fotorreportaje de la fotógrafa Wara Vargas.

    Carlos Huayta, ex director de la Dirección de Control y Gestión Ambiental de la Alcaldía de Oruro, resumía en ese entonces el por qué las leyes no se cumplen: "Lamentablemente el mayor obstáculo para que se cumplan es la tradición. Las dos morenadas que existen, la Cocani y la Central Oruro, no tienen la volun tad de obligar a sus bailarines a que cambien la matraca hecha con caparazón de quirquincho. La tradición dice que quien lleva la matraca hecha de quirquincho es el que tiene mayor prestigio.”

    Las leyes afirman que si la autoridad departamental no hace cumplir las normas, lo debe hacer la nacional que debería actuar de oficio (no es una opción, es una obligación), pero hasta el momento nadie ha sido llevado a juicio por incumplir ninguna norma ambiental. ¿Existe mayor contradicción contra los derechos de la Madre Tierra liderados por un orureño y a la vez Presidente de Bolivia?
    Para contrarrestar esta situación, un grupo de ecologistas, activistas y otros ciudadanos interesados en el tema, ha decidido conformar un comité que represente los intereses ambientales del país, denunciando las irregularidades ante entidades internacionales para cuestionar si, con las actuales condiciones de masacre a la fauna en extinción, el Carnaval orureño debe seguir siendo o no  Patrimonio Intangible de la Humanidad.

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