Si el viernes los ritmos autóctonos de las 16 provincias tomaron las calles coloniales de esa ciudad, ayer, el paso cansino de los morenos, la alegría de los mineritos, la fuerza de los tobas y la energía de los tinkus hicieron bailar a los espectadores de la ruta en la entrada folklórica.
A lo largo de los cuatro kilómetros de recorrido, desde
el Segundo Arco de Cobija hasta el templo de Jerusalén, casi a los pies
de San Bartolomé, los danzarines no cesaron su paso desde las 08.00
hasta entrada la noche.
Una de las 47 fraternidades
más esperadas fue la morenada San Cristóbal, que con sus 800 morenos y
las misses Olivia Pinheiro y Yésica Mouton bailaron ayer y se robaron el
aplauso general. Cuatro bandas musicales acompañaron a los morenos que,
según sus organizadores, pagaron $us 300 por traje.
Otros, como los tobas Calero, decidieron apostar a la juventud. En la
entrada, éstos celebraron sus 25 años de vida institucional.La población
potosina se apostó en graderías para ver la fiesta folklórica y
religiosa más importante del departamento. Mientras unos pagaban Bs 20
para un puesto, otros no se hicieron problemas para pagar Bs 140 por una
silla cerca del palco.
Delegaciones del interior,
que danzan en La Concordia de Cochabamba, el Carnaval de Oruro y el Gran
Poder de La Paz, estuvieron en la Villa Imperial con sus bloques y
coreografías, para darle mayor jerarquía a la fiesta de los Ch’utillos
de Potosí.
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